Este tipo me cae muy bien. Más que nada porque es un cocinero al que le gusta la comida. Y ese es el primer requisito para poder ser cocinero y para poder hablar de cocina. Qué te guste la comida. Qué obvio, ¿verdad? Pero la verdad es que hay mucho cocinero muerto de hambre y mucho sacerdote célibe en esto de la gastronomía. Lo que más valoro en él es su obsesión por el producto. Seguramente no es el cocinero más talentoso del mundo, como no lo es ninguno de los cocineros televisivos de allí y de aquí. ¿O hay alguien que aún se toma en serio a Karlos Arguiñano y sus chistes casposos? Pero Bourdain es un personaje honesto y apasionado de su oficio y del buen comer.
Y también porque le echa mucho morro. Muchísimo. Quizás por su pasado de hippie y yonqui desfasado que está de vuelta de todo, pero la verdad es que el tipo se nota que se lo ha pasado en grande y se lo sigue pasando de rechupete.
Después de un periplo por varios restaurantes de Nueva York, con suerte dispar, y que se pude leer en su muy recomendable y divertido libro Confesiones de un Chef finalmente asentó sus posaderas en el restaurante Les Halles, una brasserie típica francesa pero en Manhattan, al que no sé si sigue vinculado de alguna manera como cocinero, aunque todo parece indicar que no. Cosa que explico por si algún mitómano de paso por la Gran Manzana, tiene la idea de ir a comer allí, con la esperanza de verle. En este mismo libro, manifiesta una cierta animadversión hacia lo que en ese momento estaba empezando hacer Ferran Adrià, pero en su siguiente libro, Malos Tragos, también muy recomendable, cuenta su experiencia cenando en elBulli y su conversión, inteligente eso sí, al adrianismo, o como mínimo su reconocimiento por el trabajo de Adrià. Esta cena la podéis ver en este blog, aquí. También en este libro, Anthony Bourdain hace un poco de recopilación de las experiencias vividas a lo largo y ancho del mundo, como conecuencia de los viajes que ha realizado con el programa No reservations, de Travel Channel, a la busca de las comidas más sabrosas y exóticas del planeta.
Muchos le considerarán un auténtico pallaso, y quizás no les falte razón, pero en todo caso no mucho más, por ejemplo, que Gordon Ramsay, o los follones que organiza él en sus programas de televisión.
soy salvadoreña y quisiera conocer a antony y conocer esos lugares con el