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Carta a mi amigo David

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Hola David:

Yo también llego tarde y mal al tema del que te ocupas en tu último post. Me pilló de vacaciones y la verdad es que me dio una pereza enorme meterme en este campo de berenjenas, pero hoy, depués de leer tu post si que quisiera decir algunas cosas. Yo no he estado en el Martinez y sí he leído el post de Rosanna, a la que no tengo el gusto de conocer. Estoy de acuerdo en que el post contiene alusiones personales que están de más, pero la verdad es que tampoco encuentro que gastronómicamente sea un post muy lúcido. Expresiones como que los tomates «buenos», las croquetas «bien» y el arroz «soso» (imagino que quería decir que le faltaba sal) no dan muchas pistas la verdad. Ya sé que no todo el mundo tiene que ser Philippe Regol, pero entre eso y esa parquedad… Tampoco me parece muy interesante el debate de mesas para los de 40 euros y mesas para los de 60 euros. Conozco más de un bar de barrio, en el que si te vas a tomar el menú te puedes sentar en una mesa y si quieres una caña o un café te vas a la barra o la puta calle, con perdón. Lo de restaurante para gente guay y sonrisas profidén, ya me parece de puro prejuicio social. Pero no es de eso de lo que te quiero escribir, ya que lo anterior hubiera tocado hacerlo en el blog de Rosanna y además contiene un alto grado de subjetividad.

Obviamente, a la autora del blog le asiste el derecho de libertad de expresión y puede escrbir en él lo que le plazca, pero amigo mío, del mismo modo, a todo aquel al que se aluda en cualquier post, le asiste el derecho a réplica y por tanto a escribir, en forma de comentario, lo que considere pertinente, si cree que él o su negocio han recibido comentarios injustos. Y al o a la blogger no le queda más remedio que aguantarse o, en todo caso, responder a su vez. La cosa se llama debate. Y eso es algo que muchas veces en la comunidad blogger no entendemos o no aceptamos con facilidad. O sea que nos otorgamos el derecho a criticar, que lo tenemos (¡sólo faltaría!), pero la cosa cambia mucho cuando nos critican a nosotros, con argumentos de más o menos el mismo cariz. Todos hemos recibido comentarios en nuestros blogs que nos ponían a parir, por lo que no sé porqué, en esta ocasión, toda la blogosfera catalana, por usar una expresión tuya, se ha posicionado en bloque a favor de la blogger en, lo que en mi opinión, ha sido un ejercicio de ese corporativismo que tanto criticamos en los periodistas gastronómicos y, sobre todo, una enorme falta de sentido crítico hacia nosotros mismos. Al contrario, ha servido para reafirmarnos en esa idea tan extendida como falsa, y que personalmente no comparto, sobre la supuesta pureza e independencia de los bloggers. En la blogosfera hay de todo, como es lógico y como un hombre sabio como tú sabe de sobras.

Los comentarios al post en cuestión a favor del propietario del restaurante son los «comentarios de Parrado y sus amigos», mientras que no se etiquetan los posts a favor de la blogger como los «comentarios de Rosanna y sus amigos».  ¡Vaya imparcialidad! De ambos lados se dicen burradas. ¡Como siempre! Estoy de acuerdo David, «todo el mundo queda retratado, y no para bien». Y no me refiero a ti, estimado amigo. No digo que sea el caso de Rosanna en este post ni en cualquier otro que haya escrito anteriormente, pues como he dicho, no la conozco, pero hay mucho blogger que también entra «como un elefante en una cristalería bohemia» a destrozar restaurantes sin ton ni son, sin criterio y sin ningún tipo de responsabilidad. Todos sabemos quienes son, pero cada vez que cometen alguna de sus tropelías ni se nos pasa por la cabeza organizar un lío ni «treure el Sant Cristo gros» y quizás, como comunidad blogger, deberíamos hacerlo. Es más, estoy convencido de qué deberíamos hacerlo.

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Sobre la falta de profesionalidad de los bloggers, como argumento para criticarnos,  y que sólo se nos quiere para hacer críticas positivas quisiera explicarte lo siguiente. Es más que obvio que no somos profesionales, ni tú ni yo lo somos ni la mayoría de los bloggers que conocemos, ni falta que nos hace. Gabriel García Márquez dice en sus memorias que él empezó a escribir bien cuando empezó a escribir de lo que sabía. Y para mi esa es la clave. A la mayoría de los bloggers, y a algunos periodistas gastronómicos también, nos va muy grande eso de hacer crítica gastronómica de restaurantes, por la simple razón de que no sabemos lo suficiente. Por eso, me parece una buena política la que tú sigues de sólo publicar sobre restaurantes que te hayan gustado. Yo hago lo mismo, pero respeto que haya gente que no opine igual, pero después no vale quejarse cuando te tocan la cresta. De hecho, yo intento hacer la mínima critica de restaurantes en mi blog porque no me siento cómodo. Además sigo otra norma que leí en el código deontológico de la Asociación de Periodistas Gastronómicos de EE.UU: no escribir jamás de un restaurante al que no haya ido como mínimo dos veces. ¿La he cumplido siempre? No. La incumplí cuando escribí sobre el restaurante Dos Cielos. Me gustó mucho. Si no me hubiera gustado no hubiera escrito nada. Tampoco me gusta escribir sobre restaurantes que acaban de abrir, a menos que también me hayan gustado mucho. Hay que dejar que los negocios se rueden antes de poder opinar con conocimiento de causa. Pero claro, esa es mi opción y no tiene que ser la de todos.

Y cómo no somos profesionales, pues ni cobramos, ni esperamos que lo hagan, ni nos invitan. Ese es nuestro privilegio, nuestra suerte y nuestra libertad. Y eso quedaría muy bonito, sino fuera porque no es cierto. Es verdad que no cobramos, gente como tú y yo, por publicar en nuestros blogs personales, aunque los dos conocemos blogs tan llenos de publicidad que parecen el catálogo de Mediamarkt. Y todos conocemos bloggers que cobran por escribir en otros blogs. Yo mismo lo hago. Y los dos conocemos bloggers que son sistemáticamente invitados a tal o cuál evento para que escriban bien de una marca o tuiteen plato a plato y foto a foto una comida en tal o cual restaurante. En este sentido, creo que nos estamos poniendo a la par de nuestros tan denostados periodistas gastronómicos muy rápido y muy mediterraneamente. Yo he asistido a actos de este tipo (aunque por norma general los rechazo) y en algunos casos, si me ha gustado, he hecho un post y si no me ha gustado pues no. ¡Así me va! Y los dos hemos visto bloggers en congresos gastronómicos perdiendo literalmente el culo y casi exigiendo en todos los stands productos gratis sólo por ser bloggers y dejarse invitar a comer por una marca. A lo segundo yo entre ellos. Así que el tema de la pureza de los bloggers, por favor, pongámoslo muy entre comillas. A fin de cuentas, hay tres o cuatros bloggers que hayan conseguido hacer de su afición su profesión, pero mucho me temo que hay muchos más que aspiran a poder hacerlo algún día, aspiración muy legítima, por otro lado. Otra cosa es que estén capacitados para hacerlo.

Y de acuerdo, no somos profesionales y nuestros blogs son nuestro espacio de libertad personal para poder opinar como nos venga en gana, ¿pero eso nos exime de todo? Pues yo creo, y estoy seguro que David tú tampoco, que no. ¿Nos atrevemos los bloggers a dotarnos de un código deontológico o de un documento de buenas prácticas? Es muy fácil colocar en el blog el logo de Código Cocina. De hecho hay que registrarse antes de poderlo hacer, pero ¿todos los que lo tienen lo han hecho? Seguramente Jorge Guitián nos podría decir algo al respecto. Y sobre todo, ¿nos comprometemos a respetarlo? Quizás así no nos tomarían tanto por el pito del sereno. ¿Nos ponemos a ello entre todos? Sin complejos, sin miedo, hablando de nuestra relación con las marcas y de lo que se nos ocurra.  Pero hay más. Si realmente queremos que nos respeten, respetemos, escribamos de lo que sepamos, respetemos la propiedad intelectual de los demás, leamos mucho y después opinemos. Y acabo, querido David. No somos periodistas, no somos profesionales, pero sin duda nos estamos convirtiendo en prescriptores. Y eso está muy bien, pero implica una responsabilidad que hay que saber ejercer. Cuando escribimos mal de un local hay que ir con cuidado y con la que está cayendo más. Y sí, quizás el propietario sea un trilero y el local una porquería, pero no se puede jugar con el pan de la gente. David, tú eres un rojo inmisericorde (y me perdonas el chiste), pero al final la ley del mercado es inexorable y los malos locales, aquellos que son malos de verdad, terminan por cerrar de todas formas. No sé si pasa lo mismo con los malos blogs. Y ya he visto demasiados restaurantes pasarlo mal, por culpa de algún post pasado de vueltas.

Sé quien pensará que me estoy tratando de ganar algún favor con esta carta. Incluso habrá quien piense que el mismísimo Parrado está detrás y que lo que quiero es poder ir al Martinez y al Cañete de gratis. Yo sé que tú no David. Ni tú, ni muchos otros. Seguro que Rosanna tampoco.

Muchas gracias por leerme y perdona que te haya metido en este follón.

Un abrazo amigo mío

Albert Molins Renter

Comentarios

22 comentarios en “Carta a mi amigo David

  1. Estoy siguiendo el debate «Martinez» desde la distancia y siendo nada mas que alguien al que le gusta mucho comer bien (basicamente comer bien, para mi, significa que el restaurant, bar, etc sea honesto, que no te cobren lo que no te dan). Fundamentalmente estoy de acuerdo contigo, Albert. No se si tengo tan claro que no se deba escribir sobre lo que no nos gusta. Para aquellos que seguimos a los blogeros, tambien seria bueno saber donde no ir, o por lo menos ir sabiendo que esperar.
    Salud

    Publicado por eduardo ballester | 20 agosto 2013, 1:57
    • Hola Eduardo,

      Sin duda tienes razón. Está bien que los que nos dedicamos a escribir sobre restaurantes y locales en general nos atrevamos a decir que locales no nos han gustado, pero reconociendo nuestras propias limitaciones, ya que muchos de nosotros no somos profesionales.

      De todos modos, no sufras. Cuando vengas a Barcelona os llevaré a cenar a un sitio, al que querrás volver cada vez que venga a ver a tu hija. Espero tu llamada.

      Un abrazo

      Publicado por Albert Molins Renter | 20 agosto 2013, 13:19
  2. Albert,

    Claro, estamos de acuerdo en lo básico. Y por supuesto que las cuestiones éticas importan. Simplemente digo que lo principal es que cada uno las tenga claras en su fuero interno, al margen de códigos y decálogos. Por lo demás, en cuanto al origen de toda esta polémica, yo creo que no hay que fustigarse con las posibles repercusiones que un comentario en nuestro blog pueda tener, siempre que lo escrito sea algo honesto. No digo positivo, digo honesto. Aunque, ahora que lo pienso, lo digo yo que llevo más de un año con dudas al respecto -como sabes- y más de un mes sin escribir en el blog tras un encontronazo con un cocinero al que no le gustó un comentario jocoso que hice en una conversación con un amigo en una red social. Me pidió explicaciones en privado. Se las dí. No tengo claro aun a día de hoy si las recibió, si no le gustaron o qué pasó. Parece que al final eso de lo majos que somos mientras escribamos laudatoriamente sigue más vigente que nunca. Pero no es algo que pase sólo con los blogs, como sabes: la única diferencia es que con otros estamentos más consolidados los comentarios se hacen sólo en privado, aunque se hacen. Es, simplemente, una cuestión de respeto (o falta del mismo) hacia el que escribe. El mismo respeto que piden hacia ellos, ni más ni menos.

    Y es un problema, en última instancia, de la incapacidad casi genética que tenemos aquí para asumir la crítica. UN Jay Rayner, por ejemplo, duraría aquí cinco minutos. Y muchas de las críticas que se publican en el NY Times serían motivo en España de palizas. Mientras no aprendamos eso (todos: bloggers, cocineros, empresarios, periodistas, organizadores de congresos…) la cosa no tendrá remedio y seguiremos siendo majos en cuanto sigamos dorando la píldora que corresponda.

    Lo cierto es que tras todos estos años estoy muy desencantado con todo eso. Cada vez escribo menos sobre restaurantes en el blog por desgana ante las reacciones. Y eso, en el fondo, me apena.

    En fin, que un día nos tomamos una cervecita y lo hablamos un rato (en Barcelona o en Santiago, que hay la misma distancia en un sentido y en el otro, eh?)

    Abrazo

    Publicado por Jorge Guitián (@jorgeguitian) | 19 agosto 2013, 14:09
    • Jorge,

      A Jay Rayner nos lo merendamos aquí rápido, rápido. Aunque no sé, a veces Pau Arenós me recuerda un poco a él y tampoco pasa nada, ¿no? No sé chico, yo estoy como tú. Esto de internet cada vez me tiene más descolocado. Por un lado los restaurantes cada vez nos hacen más caso, pero por el otro siguen teniendo muchos recelos (aunque personalmente no me puedo quejar) cuando oyen la palabra blogger. Y del otro me asusta esta falta de mentalidad crítica en mucha gente que tiene un blog, aunque tienes toda la razón eso pasa en todos lados.

      Lo de la cervecita lo tenemos pendiente desde hace demasiado tiempo, la verdad. La cosa es que Galicia es sin duda una de las asignaturas gastronómicas que tengo pendientes desde hace tiempo y que más me apetece probar. Tengo en marcha un proyecto de libro que con un poco de suerte, quizás me lleve por allí. A ver si suena la flauta se hace realidad y nos vemos.

      Un abrazo

      Publicado por Albert Molins Renter | 19 agosto 2013, 17:45
      • Pues antes o después, aquí o ahí, tenemos que tener esa charla y tomarnos esa cerveza.
        Sí, Pau a veces dice las cosas de una manera directa. Creo que Capel en ocasiones también. Pero son excepciones en un mundo excesivamente complaciente. Y la complacencia no es mala, pero cuando ves que todo lo que se salga de ella se demoniza, empieza a resultar cansada.
        Yo tampoco puedo quejarme: a través del blog he conocido a gente estupenda (a mi pareja, sin ir más lejos. O en otro orden de cosas a gente como Mar Calpena, tú o tantos otros), he tenido experiencias gastronómicas memorables y he podido tener una relación con el mundo gastronómico impensable desde cualquier otro punto de partida. Las experiencias desagradables han sido minoritarias, aunque es verdad que una mala vale por cinco buenas y finalmente acabar por preguntarte por qué demonios tienes que aguantar según qué cosas.

        No te niego, tampoco, que en ocasiones me he sentido utilizado y desechado en cuanto la marca/empresa/grupo/evento pensó que ya no le resultaba útil o no le salía económicamente a cuenta. Y que en estos años he visto cosas llevadas a cabo desde blogs capaces de sonrojar al más pintado. Cosas que pasan en todas partes, me imagino, pero que aquí me tocan más de cerca porque este es el medio que uso y porque, aunque no seamos una hermandad ni nada que se le parezca y cada uno sea, como suele decirse, de su padre y de su madre, demasiadas veces tienden (en ocasiones de manera interesada) a meternos en el mismo saco.

        El globo se va desinflando. El gastronómico. Y con él el de los blogs del sector. Y hay muchos nervios y muchas dagas volando. Es por eso por lo que prefiero poner un poco de distancia. Me gusta lo que hago, me gusta mi trabajo (que también tiene que ver con esto) pero estoy cansado de todas las rencillas, los grupos y subgrupos y, sobre todo, de esa sensación de tener que estar vigilando la cartera que, por desgracia, he tenido más de una vez y más de dos.

        Un abrazo

        Publicado por Jorge Guitián (@jorgeguitian) | 19 agosto 2013, 18:32
  3. El altavoz Regol publicita un nuevo restaurante con un perfil muy claro que, sin esconder ninguna de sus cartas, va dirigido a un público determinado y muy bien definido (quien no lo vea así, debería realizar con urgencia un reset de su sistema operativo mental). Algunos bloggers se apresuran a acudir cuanto antes, aun a sabiendas de que ese lugar está en las antípodas de sus preferencias, pero la primicia es la primicia y parece que el calor propicia las ganas de notoriedad. Evidentemente, quedan decepcionados y se apresuran también a colgar sus impresiones añadiendo detalles poco respetuosos que provocan una intervención equivalente (en contenido y forma) por parte del propietario. A partir de aquí se suceden los habituales y vergonzosos movimientos gregarios procedentes de uno y otro bando. Después aparece un blogger reclamando libertad de expresión desde su tribuna, y otro replica, también desde su propia tribuna, defendiendo la ética, el respeto por los negocios y denuncia el perfil “destroyer” de algunos bloggers (después hay una contrarréplica de dimensiones bíblicas por parte del primero pero me es imposible leerla entera). Al rato aparece por aquí un blogger que parece que se siente aludido y reclama nombres. El titular se acojona y pierde la oportunidad de ser totalmente creíble negándose a mencionar al pecador o pecadores. En medio de todo ese culebrón se ha hablado de corporativismo, de códigos éticos y de denuncias colectivas y aquí es donde me aparecen las carcajadas: ¿cómo se pueden plantear códigos éticos, reclamar unidad o cualquier atisbo de credibilidad y rigor ante elementos y comportamientos tan inmaduros como los que arrastra el fenómeno blogger gastronómico?. Gracias a todos, sois muy divertidos.

    Publicado por encantadisimo | 19 agosto 2013, 10:21
    • Apreciado encantadísimo:

      Como mínimo David y yo publicamos con nuestro nombre y apellidos, por lo que hay tener cara dura para decir que alguien se ha acojonado sin dar la cara y escondiéndose bajo un seudónimo o sea bajo el anonimato. ¡Qué valiente eres! Nosotros seremos unos bufones o unos pallasos, lo que más te plazca, pero firmamos nuestras opiniones.

      Yo mencioné a Philippe Regol como ejemplo no como modelo. Ya dije, y repito, que el tema del restaurante Martinez y el post de la blogger en cuestión eran lo de menos. Lo importante era reflexionar sobre ese gregarismo que tú mencionas y que yo etiqueté de corporativismo cuando a un blogger el propietario de un restaurante, con más o menos razón, le suelta un bufido.

      Si Ricard se ha sentido aludido es algo que él debe decir no yo, pero como en su comentario no dice nada, pienso que no.

      Sobre lo de mi acojone, ya te he respondido más arriba, pero en todo caso sigo en mi posición. Además, no me seas hipócrita además de cobarde. Todos sabemos quienes son. Y si no lo sabes date una vuelta por algunos de los blogs gastronómicos más visitados y tú mismo lo verás.

      Y sobre todo, encantadísimo, no des lecciones de nada a nadie si no estás dispuesto a dar la cara con tu nombre y apellidos. Así es muy fácil criticar.

      Me alegra que como mínimo te hagamos pasar un buen rato.

      Y para que veas. Te felicito por las fotos que tienes en flickr. Son muy buenas.

      Un abrazo

      Publicado por Albert Molins Renter | 19 agosto 2013, 12:14
    • No es anonimato, esa es la identidad que utilizo desde el 2005 para expresarme a través de Internet, que hace referencia unívoca a mi persona y a la que debes dirigirte para comunicarte conmigo. Publicar mi nombre real, mi DNI, mi declaración de la renta o una fotografía reciente no te va a aportar ninguna información útil más allá de la pura chafardería, ni va a cambiar nada de lo expuesto aquí ni en cualquier otro lugar. Estamos en Internet, ¿recuerdas?, donde el uso del nick es algo reconocido y habitual si se usa como identificador personal único, como es el caso. Lo realmente cobarde es lanzar insinuaciones para después tener que retraerse cuando se pide concreción y ya es curioso que las pocas acusaciones de cobarde que yo he recibido por firmar con seudónimo (no, no eres el primero) procedan de individuos que firman con nombre y apellidos pero que tiran la piedra y esconden la mano. Sinceramente, me sabe mal que tú estés entre ellos pero, por si eso te tranquiliza, te diré que en tu caso no veo malicia sino un exceso de prudencia.

      PD. No, no me llamo Guillermo Ruiz pero sigue buscando, quizá acabes dando con mi identidad real aunque dudo que te aporte nada.

      Publicado por encantadisimo | 19 agosto 2013, 14:13
      • En cualquier caso, Albert, y antes de que te tomes esto como algo personal (que no lo es), yo solo pretendía ridiculizar este episodio en su conjunto porque, entre unos y otros, se ha conseguido que merezca ser ridiculizado. Respecto a tu planteamiento, estoy de acuerdo especialmente en lo que respecta al derecho a réplica por parte del propietario (por favoooor!) y también en la nefasta tendencia al gregarismo o corporativismo que hay en este medio y que solo demuestra la inmadurez que mencionaba antes. Nada más. Tu blog es interesante y, lo más importante: respetuoso y poco tendencioso. Disculpa si lo he ensuciado un poco.

        Un saludo.

        Andreu

        Publicado por encantadisimo | 19 agosto 2013, 16:14
      • Andreu,

        Hubiera sido más fácil si hubieras empezado así. De todas formas sigo sin comprender que tiene de ridículo dos personas debatiendo sobre lo que sea, siempre que se haga desde el respeto y con argumentos. Creo que ha sido el caso. Además tú mismo estás de acuerdo con algunos de los argumentos que yo planteé. Pero es igual. Eso es agua pasada. Gracias por tus palabras hacia mi y hacia el blog. Mira me voy a echar un piropo: fue exactamente lo mismo que me dijo Ferran Adrià cuando me concedió la entrevista. Aquí me tienes para lo que necesites y las fotos de tu flickr me siguen pareciendo excelentes 🙂

        Adéu Andreu (chiste fácil)

        Un abrazo

        Publicado por Albert Molins Renter | 19 agosto 2013, 17:38
  4. Entenc que aquest post, tot i ser una “carta a un amic”, el fet de publicar-lo al blog, no el deu convertir pas en un assumpte privat. I per tant deu admetre opinions de tercers…

    Pot semblar poc enriquidor dir-ho, però estic d’acord en la gran majoria dels conceptes que comentes. I en alguns aplaudiria i tot…

    I estic especialment d’acord en que si existeix un blogger que es dediqui a destrossar restaurants “sin ton ni son, sin criterio y sin ningún tipo de responsabilitat”, la comunitat blogger el tindria que desemmascarar, sense manies ni intents de “voler quedar bé”. Però també ho hauria de demostrar. No és el primer cop que et llegeixo aquest tipus de denuncia, però sempre sense concretar. Si existeix un personatge així, desprestigiaria a la comunitat.

    Potser l’únic punt que no estic d’acord, és en el fet de que criticar un lloc, pot perjudicar famílies que hi treballen. El número de persones que viuen de la restauració, deu ser una constant en funció de cada època. Si un lloc va a menys, un altre pot anar a més i en tot cas el número total de gent que en viuen, acaba sent el mateix…

    Publicado por Ricard Sampere (@ricardsampere) | 18 agosto 2013, 19:01
    • Ricard,
      Aquí tothom és benvingut mentre vingui en so de pau.
      Ja em perdonaràs, però segueixo aquella màxima de que es diu el pecat, però no el pecador.
      Respecte l’últim punt del teu comentari, deixa que posi en dubte el que dius. En els temps que corren, no inverteix ningú i molt menys en personal. Així que si un local tanca, és molt possible que la gent que hi treballa es quedi al carrer. Si això ens ha d’importar molt, poc o gens als que fem comentaris sobre restaurants ja depen de cadascú. Jo crec en la responsabilitat social i em sembla que segurament al blocaires se’ns fa massa cas i per això prefereixo ser caute si un restaurant no m’agrada.
      Moltes gràcies per tot

      Publicado por Albert Molins Renter | 18 agosto 2013, 23:55
      • Segurament no m’he explicat prou bé. El que volia dir es que penso que per cada restaurant que tanca, s’obre algun de nou i per tant, el volum de personal treballant acaba sent el mateix. Però no deixa de ser una teoria que no puc demostrar numericament.

        En cap cas volia dir (i per això he tornat a escriure), que no m’importés qualsevol increment del percentatge de personal de restauració en atur, ja que en aquest aspecte, estic especialment sensibilitzat.

        Salutacions,

        Publicado por Ricard Sampere (@ricardsampere) | 19 agosto 2013, 1:00
      • Ricard,

        Segueixo sense veure-ho clar. No dic que no puguis tenir raó, però em sembla que el sector de la restauració està com la resta del pais: molt tocat.

        Mai he donat per sabut que no t’importés el pervindre de la gent que treballa al sector. De tota manera l’aclariment t’honra.

        Una abraçada

        Publicado por Albert Molins Renter | 19 agosto 2013, 12:17
  5. Perdón, hay un párrafo bastante confuso: «Si hablas bien de alguien eres estupendo y si no hablas tan bien eres el enemigo». Mis disculpas.

    Publicado por Jorge Guitián (@jorgeguitian) | 18 agosto 2013, 16:38
  6. Un saludo, Albert.
    Como comentaba hoy en Twitter, la verdad es que este tema,que vuelve a subir a la superficie cada pocos meses no deja de sorprenderme por su capacidad de tenernos desde hace años moviéndonos en círculos, sin avanzar, volviendo siempre a las mismas preguntas y las mismas respuestas. Pero como me conozco (y me conoces) y tiendo a extenderme, intentaré ser sintético en mis apreciaciones:

    – Vale todo en el mundo de los blogs? No, en mi opinión. Ni en este mundo ni en ningún otro.
    – Todo lo que se escribe en blogs es bueno per se? En absoluto. Tampoco lo es todo lo que se escribe en prensa, lo que sale en televisión o lo que publican las editoriales. Con la excepción de que esos otros soportes cuentan con unos filtros previos más allá de los que el blogger se autoimponga: correctores de estilo, redactores jefe, editores…y eso, al final, hace que lo que acaba por salir a la luz sea porcentualmente menos complicado que lo que sale en blogs en los que, reconozcámoslo, hay muchas cosas interesantes pero también muchísima morralla creando ruido de fondo.

    – Tiene el blogger que ser un ser puro al margen de egos, dineros, etc? Creo que el enfoque de mi pregunta deja clara la respuesta: NO. El blogger es humano, está sujeto a las tentaciones de la carne y del ego como cualquiera. Como los dentistas, los directores de cine o los fabricantes de quesos. No es malo. Querer vivir de lo que te gusta no es malo. Querer usar esa plataforma, tampoco. Lo que sí es malo, en mi opinión, es adoptar según qué modos, creer que ser blogger da derecho a esperar o exigir no sé qué. Y creer que el blog es un atajo para llegar a ser famoso, a tener un trabajo envidiable o ganar un dineral insano.

    – Sirven los códigos para algo? Para poco, en mi opinión. Están bien como gesto simbólico, que ya es algo, pero poco más. Participé en la redacción del Código Cocina en 2007, el primero de su estilo a nivel mundial. Y a día de hoy creo que no sirve y no lo suscribiría. He visto cómo se usaba como arma arrojadiza y cómo se saltaba a la torera por unos y por otros siempre que convino. Como objeto decorativo es bonito, pero no sé si sirve de mucho más.

    Al final, lo que cuenta es la ética de cada uno, la claridad. Pero aquí como en todo. Los trepas apestan, en los blogs y en cualquier faceta de la vida. Los que montan un blog porque van a ser un gurú en pocos meses también. Pero pasa lo mismo con novelistas o vendedores de autoayuda. El blog concebido como un medio para llegar a algo da bastante asco.

    Y, sí, se mueve dinero, llegan ofertas, te piden que escribas a cambio de lo que sea, si hablas bien de alguien eres estupendo y si no hablar también eres el enemigo. A quién le sorprende? Lo que sorprende, si acaso, es la candidez y la facilidad para rasgarnos las vestiduras con cosas que pasan aquí como en tantos otros sectores. No hay médicos que prescriben el medicamento del laboratorio que les regala no sé qué? No hay revistas que publican reportajes laudatorios de sus anunciantes? Entonces, por qué extraña regla de tres los bloggers -esos extraños seres puros- habrían de quedar al margen o deberían ser medidos por otro rasero?

    Sigo diciendo lo de siempre: lo importante es lo que escribes, desde qué planteamiento ético lo haces. Punto. Todo lo demás es un preocuparse por la vida, el trabajo o la cuenta corriente ajena que me parece patológico a estas alturas de la película. ¿Que nosequién ha cobrado por escribir nosequé? No será el primero en la historia ¿Qué no sé qué blog habla de un producto porque se lo han enviado? Si, puede ser ¿Que no sé qué otro blogger habla bien de un restaurante porque fue invitado? También puede ser. Esas cosas pasan.Y no se acaba el mundo con ellas. Pasan, pasaban antes y seguirán pasando. Y todos seguiremos siendo igual de listos, tontos o desgraciados a pesar de que pasen o dejen de pasar.

    Al final, es tan simple como que tú (o yo o cualquiera) como lector decidas a quién otorgarle credibilidad: es tu tiempo, es lo que decides leer. Eso es lo que importa. Todo lo demás es secundario. O ni eso.

    Ya ves, quería ser breve y me he lanzado.

    Un abrazo

    Publicado por Jorge Guitián (@jorgeguitian) | 18 agosto 2013, 16:31
    • Jorge,
      Siempre es un placer leerte sea largo o corto. Estoy de acuerdo con lo que dices. Así sin más. Sin duda debo haber sido un ingenuo por pensar que escribir lo que escribí podría servir para que todos fuéramos más conscientes de lo que tenemos entre manos y de lo que sabemos antes de poner a parir un restaurante y sobre todo ser un poco más críticos con nosotros mismos. Pero me equivoqué. Lo que quiere la gente es lo que un conocido de los dos llama con cierta guasa el telecinquismo: ese argumento tan sobado por la televisión basura, según el cual él que no la quiera ver que no le dé al botón del mando a distancia y listos. O sea, si no te gusta lo que escribo no me leas y punto, pero no me digas que es lo que hago mal, porque no me interesa. Y si alguien deja de ir a un restaurante porque lo he puesto a parir por a,b o c, que culpa tengo yo de que la gente me haga caso, a pesar de que a,b, y c sean un bobada o directamente mentiras. Y lo que también me preocupaba, muy relacionado con esta falta de sentido crítico, es que a veces nos quejamos de que los periodistas gastronómicos son intocables, pero ah chico, cuando alguien se mete con un blogger, venga, todos a una contra el probre desgraciado que ha osado meterse con él.

      Lo dicho soy un ingenuo. Será que soy periodista de formación y las custiones éticas y deontológicas me importan mucho y no deben estar hechas para este mundo de las redes sociales.

      Un abrazo

      Publicado por Albert Molins Renter | 19 agosto 2013, 0:09

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